En una sociedad donde la innovación y la productividad son claves para el desarrollo, los profesionales técnicos son el motor silencioso que impulsa la economía. Sin embargo, su importancia a menudo pasa desapercibida, opacada por discursos centrados en ingenieros o gerentes.
¿Qué tan crucial es su rol? Más de lo que imaginamos.
Los técnicos especializados son responsables de garantizar que las máquinas funcionen, los procesos se optimicen y los productos lleguen a tiempo. Sin ellos, la cadena productiva se paraliza. Por ejemplo, en sectores como la industria automotriz o la alimentaria, la intervención técnica asegura desde la precisión en los robots hasta la calidad en la fabricación de bienes esenciales.
Un caso destacado es el de Alemania, donde el sistema de formación dual combina teoría y práctica para preparar a técnicos altamente calificados. Este modelo ha sido una piedra angular del éxito económico del país, permitiéndole destacarse en exportaciones industriales y tecnología.
En América Latina, la falta de técnicos especializados representa un desafío.
Empresas de distintos sectores han manifestado dificultades para encontrar profesionales con habilidades prácticas que respondan a las demandas del mercado. Esto limita el crecimiento de las compañías y, en última instancia, de las economías locales. Las escuelas técnicas públicas, por su accesibilidad y enfoque en la formación práctica, son una solución clave para cerrar esta brecha y fomentar el desarrollo local.
Revalorizar la figura del técnico especializado no es solo un acto de justicia, sino una estrategia clave para el desarrollo económico. Desde las escuelas técnicas hasta las políticas públicas, fomentar la formación técnica y reconocer su importancia en la sociedad puede marcar la diferencia entre el estancamiento y el progreso. Apoyar las escuelas técnicas públicas garantiza no solo oportunidades para más estudiantes, sino también un futuro más prometedor para la industria.
